Si hay un nombre propio que debe asociarse a la historia del Yoga ése es el de Patanjali. Patanjali, considerado tradicionalmente una encarnación de Adisesa o Ananta. Adisesa era, según la tradición hindú, la serpiente de Vishnu. Adisesa pidió un día a Vishnu que le permitiera encarnarse en hombre para, así, poder aprender la danza y el Yoga para, de ese modo, poder imitar el arte excelso de Shiva.

La tradición cuenta que Visnhu dio su visto bueno a la encarnación de Adisesa y que ésta tomó forma humana en el cuerpo de Patanjali en Bharatavarsha. Bharatavarsha o «país de Bharata» es el nombre con el que se conocía a la India en los purana, un vasto género de literatura india de carácter enciclopédico que recogía saberes antiguos que se habían transmitido por vía oral. Se cree que el nacimiento de Patanjali se produjo allá por el el 250 antes de Cristo y en el seno de la familia que formaban Angiras y Gonika. Gonika, la madre de Patanjali amaba el yoga tántrico y, según cuenta la tradición, rezaba a sus dioses para que le dieran un hijo yogui. El deseo le fue concedido y Patanjali nació conociendo el yogui ya de manera intuitiva.

Patanjali, a fuerza de conocer y estudiar el Yoga de la época, se convirtió en el gran remodelador del Yoga antiguo y en el creador del Yoga que, de una forma u otra, evolucionado y matizado en sus distintas escuelas, ha llegado hasta nuestros días.

Hasta el nacimiento de Patanjali, el Yoga, al igual que todas las tradiciones hindúes, se transmitían oralmente de generación en generación. Aunque en muchas ocasiones se ha concedido a Patanjali el honor de la paternidad del Yoga, lo cierto es que hacerlo supone pecar de ingratitud con todas las personas que habían practicado el Yoga antes que él y que lo habían transmitido a las generaciones que les habían sobrevenido. La palabra “yoga”, de hecho, ya había aparecido en los Vedas, en los Unapishads y en otros textos.

Lo que no puede negársele a Patanjali es el honor de haber sido el primero en codificar toda la herencia yogui recibida oralmente y en transcribirla para, de ese modo, transmitirla a las generaciones futuras. Tampoco puede negársele la intuición genial de relacionar la práctica del Yoga con la actividad mental ni el acierto a definir el Yoga como “la capacidad de dirigir la mente hacia un objeto exclusivamente y de mantener esa dirección sin ninguna distracción”. Todo lo que no sea alcanzar ese estado, señala Patanjali en sus textos, implica no controlar los propios sentidos y, por tanto, verse condenados a navegar sobre las aguas agitadas de los logros inestables. Siguiendo el camino del Yoga y sus disciplinas (que no tienen nada que ver con ningún tipo de religión), lo que se alcanza finalmente es una mente estable en un cuerpo sano.

Los Yoga Sutras

La recopilación de preceptos del Yoga cuya autoría debemos a Patanjali es lo que conocemos como Yoga Sutras. Los Yoga Sutras reúne 196 aforismos o sutras recogidos y perfeccionados por Patanjali. Esos aforismos cubren todos los aspectos de la vida y están agrupados en cuatro capítulos o “padas”.

Los cuatro capítulos de los Yoga Sutras son los siguientes:

  1. Samadhi Pada. Este capítulo de los Yoga Sutras, que consta de 51 sutras, trata sobre la contemplación. En él se define el Yoga y la mente y se detallan las funciones que debe cumplir el Yoga. En este pada, Patanjali describe cuáles pueden ser las características y cualidades que debe poseer el practicante de Yoga y cuáles son los obstáculos que deben vencer cuando se produzca una interrupción en el camino del Yoga.
  2. Sadhana Pada. Con este nombre se conoce al segundo capítulo de los Yoga Sutras. Consta de 55 sutras y está dedicado a la práctica del Yoga propiamente dicho. En este capítulo se describen los cinco primeros estadios del Yoga (Yama, Niyama, Asana, Pranayama y Pratyahara) y los efectos de todos ellos.
  3. Vibhuti Pada. Las propiedades y los poderes centran la atención de este capítulo de los Yoga Sutras que está integrado por otras 55 sutras y en el que se describen los tres últimos estadios del Yoga (Dharana, Dhyanna y Samadhi), así como las técnicas básicas para practicar la Samyama o concentración sobre un objeto y las prevenciones que hay que tener al practicarla.
  4. Kaivalya Pada. Este último capítulo de los Yoga Sutras, integrado por 34 sutras, trata sobre la emancipación y la libertad. Es en este capítulo de los Yoga Sutras donde Patanjali habla de los Guna, de la función que debe desempeñar el profesor respecto a su alumno y de la importancia capital que en la práctica del Yoga desempeña el cambio inteligente.

Estadios del Yoga según Patanjali

Como hemos visto, en el segundo y tercer capítulo de los Yoga Sutras, Patanjali describe ocho estadios del Yoga, esto es, ocho partes de él. Esas ocho partes son las siguientes:

  • Yama o mandamientos éticos y morales universales.
  • Niyama o disciplinas individuales.
  • Asana o posturas que se adoptan durante la práctica del Yoga.
  • Pranayama o regulación de la respiración.
  • Pratyahara o interiorización de lo percibido por los sentidos.
  • Dharana o concentración.
  • Dhyanna o meditación.
  • Samadhi o el estado final de realización.

Si deseas conocer más profundamente la esencia y el contenido reservado por Patanjali a cada uno de estos estadios del Yoga, lee el post que dedicamos a ellos con el siguiente título: “Etapas del Yoga”. En él podrás profundizar en los conocimientos básicos del Yoga que Patanjali legó a las generaciones futuras al redactar los Yoga Sutras.