El Namaste es uno de los conceptos capitales en el Yoga. De hecho, es un concepto fundamental en toda la forma de entender la vida para muchos hindúes. El Namaste es el saludo de cortesía entre dos budistas cuando se encuentran o desean iniciar una conversación.
Si tuviéramos que traducir la palabra Namaste lo haríamos recurriendo a la expresión “yo me someto a ti”. Eso sería lo que querría decir, aproximadamente, esta palabra proveniente del sánscrito. En cierto modo, al saludarse mediante el Namaste lo que una persona está haciendo es reducir el ego o negarlo de manera radical ante la presencia del otro. Gracias al Namaste, el otro se convierte en lo importante. Si el gesto es sincero y se realiza desde lo más hondo del alma, el Namaste crea un vínculo estrecho y genuino entre las dos personas. El Namaste, de alguna manera, allana las diferencias y salta por encima de intereses, expectativas y roles sociales de las personas que lo practican.
El Namaste, más allá del carácter ritual de un gesto o de un tipo de saludo, es una demostración muy potente de espiritualidad. El Namaste es un reconocimiento de la fuerza de la vida y de la unión entre el Dios y la persona. Al juntar las manos y saludar al otro, estamos reconociendo en él la presencia de Dios y la estamos honrando.
En los Vedas, los cuatro textos más antiguos de la literatura india y base de la religión védica, precursora del hinduismo, son cinco las formas tradicionales de saludo. El Namaste es una de ellas. Con ella se ofrece amistad, amor, respeto, devoción, humildad… Y se busca una cosa: que las mentes de las personas que se han saludado se encuentren de algún modo.
Para realizar correctamente el Namaste tenemos que unir las manos a la altura del corazón y, una vez unidas, debemos cerrar los ojos e inclinar la cabeza.
El Namaste tiene una forma especial de profundo respeto que se realiza uniendo las manos frente al tercer ojo (en el centro de la frente), inclinando la cabeza y, posteriormente, bajando las manos hasta el corazón.
En Occidente es habitual pronunciar la palabra “Namaste” mientras se realiza el saludo. En la India, por el contrario, no suele ser necesario el pronunciar palabra alguna ya que se entiende que todo lo que se quiere expresar ya queda dicho gracias a la simple realización del gesto.
El Namaste, como gesto de recogimiento, puede ser también realizado en soledad. Cuando es así, el Namaste adquiere el simbolismo de una puerta de entrada a la meditación. Las disciplinas orientales de relajación y meditación suelen emplear el Namaste.
En las sesiones de Yoga, sobre todo cuando éstas se realizan en grupo, el Namaste suele realizarse al iniciarse y al finalizar las mismas. Con el Namaste se saludan los compañeros y el profesor y se muestran sus respetos.