En los Yoga Sutras de Patanjali, que es una colección de dos mil años de la enseñanza oral en la filosofía del Yoga, se especifica que todo practicante yogui debe seguir una serie de etapas para recorrer el camino hacia la verdadera esencia del alma y para, así, alcanzar la vida plena. A esas etapas se las llama los 8 pasos del Yoga.

A esos pasos o etapas se las llama con el término sánscrito ashtanga. La traducción de dicha palabra india es algo así como «ocho extremidades».

Hablar de las ocho etapas del Yoga es hablar de una especie de receta para la conducta moral y ética.

Las ashtanga centran su atención en la salud y, al mismo tiempo, nos ayudan a reconocer los aspectos espirituales de nuestra naturaleza.

8 pasos del Yoga

8 pasos del Yoga: listado

Los ocho pasos, etapas o ramas del Yoga son los siguientes:

  • Yama
  • Niyama
  • Asana
  • Pranayama
  • Pratyahara
  • Dharana
  • Dhyana
  • Samadhi

A continuación veremos cuáles son las características y la esencia de cada una de las 8 ramas del Yoga.

8 ramas del Yoga

Yama

Los Yama o Principios Universales hacen referencia a los principios éticos y a las reglas que deben regir para vivir en sociedad.

El comportamiento de un yogui debe estar regido por cinco principios básicos. Esos principios son:

  • Ahimsa o práctica de la no violencia y del respeto a la vida. Un buen practicante de esta disciplina debe ser compasivo con lo demás y lo que le rodea, debe ser amable y debe evitar en todo momento el herir al otro tanto de obra como de palabra y pensamiento.
  • Satya o precepto que implica ser honesto y sincero. No se debe mentir ni engañar ni a los otros ni a nosotros mismos.
  • Asteya. No hay que robar a los demás, ni sus bienes materiales, ni su tiempo, ni su paz, ni su energía.
  • Brahmacarya. Hay que evitar los excesos sexuales. No debemos negar la sexualidad, pero no debemos dejarnos arrastrar por ella. La energía sexual es muy poderosa y no hay que desperdiciarla. Hay que usarla convenientemente.
  • Aparigraha. Debemos vivir sin codicia y de una forma sencilla. No es bueno aferrarse a nada, ni a nuestros bienes materiales ni a nuestras emociones y pensamientos. Nuestras posesiones, pues, deben ser limitadas o, cuanto menos, no deben coartar nuestro comportamiento.

Yama

Niyama

Bajo el termino Niyama se agrupan aquellas disciplinas de carácter individual que van orientadas hacia uno mismo, a nuestro desarrollo personal y espiritual. Los nombres de estas disciplinas o subramas dentro de la rama del Yoga del Niyama son:

  • Saucha: pureza o limpieza tanto interna como externa. Para mantener esa pureza hay que seguir una alimentación equilibrada y hay que mantener limpios los pensamientos.
  • Santosha: bajo este concepto se esconde la idea de satisfacción. Al hablar de satisfacción hablamos de sentirse contento con lo que se posee y de aceptar de forma amable lo que, no dependiendo de nosotros, no podemos cambiar.
  • Tapas. Hablamos aquí de autidisciplina, de incrementar nuestra capacidad resolutiva, de persistir en el esfuerzo de mejoras. Hay dos pasos del Yoga de los que hablaremos posteriormente, el de la asana y el del pranayama, que guardan estrecha relación con esta niyama. Ambas serían, de alguna manera, una forma de tapas.
  • Swadhyaya. Autoconocimiento. El buen yogui es aquél que se estudia así mismo en profundidad. Ese conocimiento es fruto de una férrea disciplina de recogimiento y reflexión. Para conocerse mejor es importante desarrollarnos espiritualmente con la lectura de libros que ayuden a nuestro desarrollo espiritual.
  • Isvara pranidhara. Este concepto remite a la entrega y al desprendimiento. El Yogui y la persona solo son libres si se liberan de los deseos mundanos.

Niyama

Asana

El término asana debe traducirse como pose o postura. Las posturas de Yoga son posiciones específicas del cuerpo que tiene los siguientes objetivos:

  • Limpiar los canales de energía del organismo.
  • Equilibrar el flujo de energía en el cuerpo.
  • Generar estabilidad física, emocional y mental.

Para realizar bien las asanas hay que hacerlas concentrados y sosteniendo un ritmo respiratorio constante y firme.

Esta rama del Yoga es una herramienta imprescindible para acceder a estados más elevados de conciencia.

Asana

Pranayama

La palabra prana puede traducirse como energía. Esta energía, universal, impregna al Universo a todos los niveles, también al individual de cada persona.

Entre las formas de prana podemos destacar la luz, el sol, el vigor, el calor, el aliento… en definitiva, todo cuanto vibra en el Universo. O, dicho de otro modo, «la energía que mueve la vida».

Pranayama, por su parte, es el control de la respiración. Este paso del Yoga, y que es el corazón del mismo, sirve para conectar la respiración y la conciencia. Dicha conexión potencia nuestra energía e incrementa nuestra vitalidad.

El objetivo fundamental del pranayama es influir en el flujo de prana en los nadis o canales de energía.

Pranayama

Pratyaraha

Imprescindible para alcanzar las siguientes ramas del Yoga, el Pratyaraha se fundamenta en el dominio de la mente sobre los sentidos.

Disminuir la influencia de los estímulos externos nos permite concentrar nuestros pensamientos en nuestro yo interno, algo fundamental para seguir avanzando por el camino de los ocho pasos del Yoga.

Este tipo de práctica puede realizarse durante los ejercicios de respiración, durante la meditación, durante la práctica de asanas, o durante cualquier actividad que requiera concentración.

Hay que resaltar también, al hablar de Pratyaraha, que esa especie de desapego que fomenta es una gran técnica para controlar el dolor y una excelente manera de hacer frente a los incómodos síntomas o enfermedades crónicas.

Pasos del Yoga

Dharana

Paso previo para los pasos 7 y 8, la Dharana alude directamente a algo fundamental en el Yoga y sin lo que esta práctica milenaria no podría existir. Ese algo es la concentración o, lo que es lo mismo, la capacidad de dirigir nuestra mente hacia un punto fijo y mantenerla allí.

Después de habernos aliviado distracciones externas, podemos hacer frente a las distracciones de la mente misma. En la práctica de la concentración, que precede a la meditación, aprender a frenar el proceso de pensamiento se concentra en un objeto mental individual.

El objetivo de esta etapa es llegar a ser consciente de nada más que el objeto sobre el que el yogui se está concentrando, bien sea llama de una vela, bien una flor, bien un mantra, un centro específico energético en el cuerpo o una imagen de una deidad.

El objetivo de este paso es entrenar la mente para eliminar toda la basura extra y para aprender a empujar suavemente pero lejos cualquier superfluo pensamiento.

Largos períodos de concentración conducen de forma natural a la meditación, que es el siguiente paso.

Dharana

Dhyana

El séptimo paso del ashtanga se alcanza cuando el flujo de concentración o atención se vuelve continuo y regular, ininterrumpido.

Muchas personas confunden este paso con el paso anterior. Aunque la concentración (dharana) y meditación (dhyana) pueden parecer la misma cosa, hay que pensar que hay una fina línea de distinción entre estos dos pasos. El primero implica practicar sobre un solo punto de atención. En el segundo, por el contrario, no hay esfuerzo mental. La mente se ha calmado y en esa calma o quietud apenas surgen pensamientos.

La mente de quien medita alcanza un estado puramente contemplativo en el que el tiempo tanto psicológico como cronológico se detienen.

Como puede imaginarse, es muy difícil alcanzar este estado de quietud. Pero no es imposible. El reto para todo yogui es llegar a él.

Dhyana

Samadhi

Patanjali describe este paso octavo y último de ashtanga como un estado de éxtasis. Todas las sendas del yoga conducen a esta etapa.En esta etapa, el meditador se funde con su punto de enfoque y la trasciende por completo. No en vano, la palabra Samadhi puede traducirse como «absorción total».

Este paso, lógicamente, se halla en el top de las ramas del Yoga. Es algo prácticamente inalcanzable. Quien lo alcanza, sin embargo, se siente uno con el Universo. No hay fronteras ni diferencias entre quien alcanza el Samadhi y todo lo demás.

El meditador, llegado a este paso, se da cuenta de una profunda conexión con lo Divino, una interconexión con todos los seres vivos. Patanjali lo ha descrito como la culminación de la trayectoria del Yoga.

Samadhi