Una de las posturas de Yoga que todo aprendiz quiere aprender cuanto antes y todo veterano continúa conservando en sus rutinas de práctica del Yoga es la Postura de la Vaca o Bitilasana.
La Postura de la Vaca es una de esas posturas casi mágicas que tienen un nutrido listado de beneficios. Entre los beneficios de la Postura de la Vaca podemos encontrar los siguientes:
- Aumentar la flexibilidad de los músculos de la espalda. Este aumento de la flexibilidad resulta muy positivo para tratar la escoliosis.
- Tonificar y fortalecer los brazos haciéndolos, a la vez, más flexibles.
- Mejorar la coordinación corporal, sobre todo cuando esta asana se practica junto a la Postura del Gato.
- Estirar y fortalecer los músculos del cuello y la espalda.
- Ayudar a prevenir dolores de cabeza.
- Masajea los órganos abdominales.
- Mejorar la actitud postural y prepararnos para mantener la espalda recta y estirada.
- Mejorar la capacidad de coordinación.
- Aumentar el equilibrio (tanto corporal como emocional).
- Activar la circulación de la sangre.
Además de aportar todos estos beneficios, la Postura de la Vaca cumple también con una importante función: la de actuar como desestresante. La Postura de la Vaca ayuda a calmar nuestra mente y a desembarazarla de preocupaciones.
¿Cómo realizar la Postura de la Vaca?
Para realizar la Postura de la Vaca debes seguir los siguientes pasos:
- Colócate en postura cuadrúpeda, es decir, de rodillas y con las manos apoyadas en el suelo. Al colocarte así, emplaza las rodillas a la altura de las caderas y coloca las manos justo bajo los hombros (es decir: los brazos deben estar completamente estirados y en posición perfectamente vertical sobre el plano del suelo). Al adoptar esta postura cuadrúpeda, tu espalda debe estar completamente recta.
- Eleva todo lo que puedas la pelvis y la cabeza a la vez. Al mismo tiempo que realizas esto haz que baje tu estómago e inspira durante cinco segundos.
- Mantén la respiración durante diez segundos. Transcurridos esos diez segundos, expulsa el aire lentamente mientras vuelves a la posición cuadrúpeda.
- Una vez regreses a la posición cuadrúpeda, inspira profundamente para, de nuevo, volver a realizar el ejercicio.
Todos los expertos en Yoga recomiendan alternar la Postura de la Vaca con la Postura del Gato. La Postura del Gato sería, de alguna manera, la postura inversa y complementaria de la Postura de la Vaca. Si con ésta se hace bajar el estómago (y con ella la espalda), con la Postura del Gato se hace subir la espalda (y con ella el estómago). Es decir: con una, con la del Gato, se estira la parte posterior de la espalda; con la otra, la de la Vaca, la cara interior de la misma. Seis repeticiones de cada una de estas posturas servirán especialmente para flexibilizar la columna y para aliviar el dolor de espalda y cuello.
¿Cómo realizar la Postura del Gato?
Fue precisamente en nuestro artículo “Postura de Yoga contra la tensión cervical” donde os hablamos de la Postura del Gato y os dimos las recomendaciones básicas para realizarla. En esta ocasión queremos refrescar aquellos consejos para que puedas combinar estas dos magníficas posturas de Yoga.
Para realizar la Postura del Gato, sigue los siguientes pasos:
- Colócate en postura cuadrúpeda, es decir, de rodillas y con las manos apoyadas en el suelo. Al colocarte así, emplaza las rodillas a la altura de las caderas y coloca las manos justo bajo los hombros (es decir: los brazos deben estar completamente estirados y en posición perfectamente vertical sobre el plano del suelo). Al adoptar esta postura cuadrúpeda, tu espalda debe estar completamente recta.
- Coloca la cabeza mirando hacia abajo y vacía tus pulmones.
- Inspira profundamente mientras elevas la espalda y, sin despegar las manos del suelo, la arqueas. Estira los brazos y mete el abdomen hacia dentro.
- Mantén la posición durante diez segundos y mientras tanto mantén, al mismo tiempo, la respiración. Pasados esos diez segundos, retorna a la posición inicial mientras expulsas el aire.