De entre los diferentes tipos de asanas, se conocen como asanas invertidas aquéllas en las que la persona, con el cuerpo invertido, se coloca cabeza abajo haciendo que el peso del cuerpo repose sobre cabeza, hombros y cuello.
En el grupo de las asanas invertidas se incluyen también las asanas semi-invertidas, es decir: aquéllas en las que se apoyan los pies en el suelo y que son, en cierto modo, posturas preparatorias de las asanas invertidas.
Beneficios y contraindicaciones de las asanas invertidas
Entre los beneficios de las asanas invertidas podemos encontrar las siguientes:
- Las asanas invertidas favorecen el retorno venoso mejorando así la circulación sanguínea. Este tipo de asanas es muy útil para todas aquellas personas que desean descongestionar la circulación de los miembros inferiores y, con ello, mejorar el estado de las varices.
- Las asanas invertidas trabajan los músculos tanto de la espalda como de la zona abdominal. Para realizar las posturas de Yoga invertidas hay que respetar lo que se conoce como principio de progresión. Es decir: hay que avanzar poco a poco en la ejecución de la postura para, de ese modo, evitar cualquier tipo de lesión.
- El mejor funcionamiento del aparato circulatorio permite una mayor irrigación sanguínea, lo que se traduce en un mejor funcionamiento de la glándula tiroides.
- Esa mejor irrigación sanguínea que se deriva de la práctica de las asanas invertidas afecta también, y de manera muy positiva, al cerebro. Estando mejor irrigado sanguíneamente, éste mejora su capacidad de concentración y, al mismo tiempo, siente cómo se reducen sus niveles de estrés.
Otro de los beneficios que aportan las asanas invertidas es que liberan de tensión una de las partes del cuerpo que acostumbran a resultar más sensibles: la zona lumbar. Al llevar los pies por encima de la cabeza, las asanas invertidas liberan la carga de las vértebras lumbares y la traslada hacia otras zonas del cuerpo.
Los teóricos del Yoga acostumbran a decir que las posturas invertidas de Yoga sirven para rejuvenecer. Cinco minutos de asanas invertidas, afirman, implica cinco minutos de rejuvenecimiento. Por otro lado, los yoguis también sostienen que el adoptar cualquiera de estas posturas sirven también para revertir nuestra forma de mirar el mundo. Gracias a estas asanas podemos contemplarlo desde un ángulo diferente.
Pese a todos los beneficios que la práctica de las asanas invertidas tiene para la salud, hay determinadas circunstancias en las que las asanas invertidas no deben ser realizadas. Dichas situaciones son las siguientes:
- Personas con lesiones de corazón.
- Trastornos de glándulas tiroides.
- Arteriosclerosis.
- Congestión cefálica, cefaleas, etc.
La sirshasana o reina de las asanas
Sin duda, las asanas invertidas no son las más fáciles de ejecutar de entre el amplio abanico de posturas de yoga existentes. Las asanas invertidas y semi-invertidas requieren para su ejecución, pues, de un proceso de aprendizaje que debe ser concienzudo.
Antes de realizar cualquier asana de Yoga se recomienda realizar un buen calentamiento y, como siempre, asumir las propias limitaciones y, por supuesto, respetarlas. Ésa es la mejor manera de evitar cualquier tipo de lesión.
Veamos a continuación cómo se realiza la más popular de entre las asanas invertidas, la sirshasana, una asana a la que se la suele llamar “la reina de las asanas”. ¿Por qué? Porque es una de las que más beneficios procura al organismo.
¿Cómo se ejecuta la sirshasana? Siguiendo los siguientes pasos:
- Colocada la esterilla, colócate de rodillas sobre ella, entrecruza los dedos de la mano y apoya los antebrazos en el suelo. Una vez hecho esto, coloca la cabeza en el suelo, encajada entre las manos.
- Levanta las rodillas apoyándote sobre los dedos de los pies. Acerca las rodillas al tronco. Al realizar este movimiento, el tronco también se alzará.
- Haz que el peso del cuerpo se apoye sobre los antebrazos. Eleva los pies del suelo manteniendo las piernas juntas y dobladas y las rodillas contra el pecho.
- Mantén el equilibrio. Una vez conseguido dicho equilibrio, eleva lentamente los muslos hacia arriba manteniendo las rodillas algo flexionadas.
- Cuando llegues al punto más elevado que puedas alcanzar, estira por completo las piernas. Todo el cuerpo debe quedar en línea vertical sobre el suelo.
Todo el proceso de realización de esta asana debe fundamentarse en el mantenimiento de una respiración tranquila y en la realización pausada de cada paso.
Conseguir mantenerse durante más tiempo en esta postura es uno de los objetivos que debemos fijarnos a la hora de realizar la sirshasana. ¿Hay límite? Por supuesto. No debemos permanecer cabeza abajo más de 12 minutos y a esos doce minutos se debe llegar tras un proceso lento y calmado de entrenamiento.