Entre los años 3000 y 1500 antes de Cristo se desarrolló en el valle del Indo una cultura, la cultura Harappa, que prestó gran atención a todos los aspectos que tenían que ver con la salud. Los conocimientos de esa cultura quedaron recogidos en los Vedas, libros antiguos que recogían tanto esos conocimientos como diferentes rituales que acabaron impregnando la civilización residente en todo el subcontinente indio.

De entre los cuatro Vedas clásicos (Atharvaveda, Rigveda, Yayurveda y Samaveda), el primero de ellos, el Atharvaveda, puede considerarse el tronco original del que brotó el Ayurveda. No en vano, el Atharvaveda es un poco diferente a los otros tres Vedas: más allá de himnos, esta obra incluye un manual que reserva un importante espacio a la curación, la paz y la prosperidad. Es en ese manual en el que, en el fondo, se basa la gran tradición ayurvédica.

En el Atharvaveda pueden encontrarse fragmentos dedicados a aspectos tan diversos como las afecciones de la piel, las fiebres, las cardiopatías, las afecciones hepáticas, los estados nerviosos, las enfermedades óseas… En el Atharvaveda hay un espacio dedicado también a los tratamientos con encantamientos y, sobre todo, al uso terapéutico de las plantas. Al dedicar un espacio a esos temas, el Atharvaveda se convierte en la base original de la medicina natural y, con ello, del Ayurveda.

¿Quién transmitió dichos conocimientos? Los Rishis o videntes del Himalaya. Ellos recibieron los viejos conocimientos de los antiguos textos sánscritos. El Ayurveda, así, les fue revelado por los Vedas y ellos se encargaron de transmitirlo a las generaciones futuras.

Uno de los nombres que se han salvado del olvido y que ha llegado hasta nuestros días como el de uno de los grandes profetas del Ayurveda y de sus virtudes es el de Dhanvantari de Benarés.
El Atharvaveda diferencia entre las ocho divisiones del Ayurveda: medicina interna, pediatría, psiquiatría, otorrinolaringología-oftalmología-odontología, cirugía y obstetricia, toxicología o estudio de los venenos, gerontología y geriatría y la ciencia de la fertilidad.

Hacia el 1500 antes de Cristo, el Ayurveda se dividió en dos ramas. Una de ellas era Atreya, la escuela de médicos. La otra, Dhanvantari, el colegio de cirujanos. Cada una de estas escuelas dio a luz su propio tratado de medicina. Cada uno de esos tratados sería fundamental a la hora de formar el corpus central de Ayurveda.

A la primera de las escuelas, Atreya, hay que atribuir el que es el más antiguo libro de medicina del mundo: el Atreya Samhita. En base a él, Charaka, un médico escolar, realizó el Charaka Samhita. Esta obra analiza la filosofía del Ayurveda, los métodos de diagnóstico y aquellos tratamientos que, a partir de la medicina interna, pueden servir para tratar cuerpo, mente y alma.

Por su parte, el que es considerado el padre de la cirugía plástica Susruta, escribió el Susruta Samitha. Esta obra, fundamental también en la historia del Ayurveda, trata sobre la cirugía protésica, la plástica o cosmética, las cesáreas o la cirugía cerebral. El Susruta Samitha es, en resumen, una farmacopea, un compendio de recetas de productos con propiedades supuestamente medicinales. En él se describen 700 plantas medicinales, 64 preparaciones a base de minerales y 57 preparaciones de origen animal.

Estas dos corrientes del Ayurveda, la médica y la cirujana, coincidirían, alrededor del 500 dC en un nuevo tratado de medicina, el Ashtanga Hridaya Samhita. Tras este libro, y durante un milenio y medio (hasta las puertas de 1900) fueron 16 los textos significativos que fueron incorporándose al corpus doctrinal del Ayurveda. Estos textos fueron, poco a poco, incorporando nuevos fármacos y nuevas medicinas a los recogidos anteriormente.

Expansión del Ayurveda

El Ayurveda no fue algo desconocido para el resto del mundo durante sus años de primitivo esplendor. Eruditos llegados desde Grecia, Roma, Egipto, China, Afganistán, Persia, etc. viajaron a India para aprender técnicas ayurvédicas y aportarlas a sus propias culturas y a su forma de entender la medicina y la salud. Sin ir más lejos, alrededor del año 400 dC las enseñanzas básicas y principios del Ayurveda fue traducido al chino y tres siglos después fueron muchos los estudiantes chinos que acudieron a la India para estudiar la medicina ayurvédica.

Los trabajos ayurvédicos fueron también traducidos al árabe. Avicena, el gran médico, científico y filósofo persa, hizo mención de los tratados ayurvédicos en su obra, lo que acabó influyendo en el trabajo de Paracelso, considerado por muchos como el padre de la medicina occidental.

Entre los personajes históricos que quedaron seducidos por las propuestas ayurvédicas hay que nombrar, por ejemplo, a Alejandro Magno. El rey macedonio incorporó a su séquito diversos médicos ayurvédicos tras invadir el norte de la India.

Si hay una religión sirvió para propagar el Ayurveda más allá de las fronteras de India ésa fue el budismo. Los budistas desempeñaron una tarea fundamental en la historia del Ayurveda ya que, preocupados siempre por el conocimiento, abrieron universidades en toda el área de su influencia. Esas universidades se ocuparon de enseñar el budismo, la tradición védica y todos los temas que, de una forma u otra, tuvieran que ver con el budismo. Entre esos “temas” podemos encontrar las diversas técnicas ayurvédicas. Las misiones y embajadas budistas propagaron el Ayurveda a países vecinos. Uno de esos países vecinos fue Sri Lanka. En ese país isleño, ubicado en el golfo de Bengala, la práctica del Ayurveda es conocida hoy en día como Medicina Integrada.

El freno de las invasiones

Las diferentes oleadas de invasiones musulmanes que la India empezó a sufrir entre los siglos X y XII dC supuso un duro revés para la cultura ayurvédica. Los invasores acabaron con múltiples bibliotecas y universidades budistas y sustituyeron el Ayurveda por su propia medicina. Ésta, conocida como Unani Tibbia, no dejaba de ser, en cierta forma, fruto de la combinación de la medicina griega clásica y el Ayurveda, pero los médicos practicantes de éste tuvieron que emigrar y refugiarse en el Nepal y el Tíbet.

La segunda invasión que supuso un duro golpe para la medicina ayurvédica fue la invasión británica. Las autoridades británicas defendieron la práctica de la medicina alopática o, lo que es lo mismo, la medicina tradicional. La medicina ayurvédica fue recluida al espacio casi pintoresco de lo rural. Las muchas décadas de convivencia de ambos modos de entender la salud y la enfermedad sirvieron para que, por ejemplo, la homeopatía, llegada a la India con los ingleses, entrara en contacto con el Ayurveda. En la actualidad, son muchos los médicos indios que practican, de hecho, una amalgama de ambas medicinas.

El resurgir del Ayurveda

Tras la independencia de la India, el Paquistán, Bangla Desh y Sri Lanka, el Ayurveda volvió a encontrar un caldo de cultivo propicio para evolucionar y desarrollarse.

En la actualidad, los principales libros del Ayurveda son el Charaka Samhita y el Susruta Samhita. Tras ellos, las aportaciones más importantes son las que han dado lugar a lo que se conoce como Ayurveda Cuántico o Medicina Cuántica. Entre dichas aportaciones hay que señalar de manera especial las aportadas por el Dr. Deepak Chopra. Sus numerosas publicaciones le han convertido en un personaje muy popular tanto en oriente como en occidente.

La Organización Mundial de la Salud reconoció el Ayurveda como una medicina válida. Lo hizo en 1978 con su resolución 50/40, popularmente conocida como declaración de Almá-Atá. En dicha declaración se resumieron los resultados de la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud celebrada en la ciudad de Almá-Atá, entonces perteneciente a la República Socialista Soviética de Kazajistán, República integrada en la URSS. En dicha conferencia se quiso resaltar que la atención primaria de salud era una estrategia capital para alcanzar un mejor nivel de salud para todos los pueblos. En esa estrategia, Ayurveda tiene mucho que decir.