De entre las diversas formas de meditación, hay una que destaca especialmente tanto por sus beneficios como por su facilidad a la hora de ser practicada. Estamos hablando de la meditación visual o Tratak.
El término Tratak significa «fijar la mirada» y es en eso, precisamente, en lo que consiste esta técnica de meditación visual: en concentrarse intensamente en un estímulo visual para, de ese modo, conseguir que nuestra mente se dirija única y exclusivamente hacia un solo punto.
Vamos a ver cómo debe practicarse correctamente la meditación visual y cuáles son sus beneficios.
Un estímulo visual
Para practicar Tratak debemos contar con la ayuda de una vela. Será fijando nuestra vista en la llama de esa vela como podremos conseguir ese estado de meditación que perseguimos.
¿Que por qué una vela? Porque la luz que desprende la llama de la vela encendida tiene la capacidad de impresionar fuertemente a los ojos y nuestra mente, al cerrarlos, puede, gracias a esa fuerte impresión, poder retener fácilmente la imagen de la llama. En caso de no disponer de una vela, los ejercicios de meditación visual pueden realizarse también con algún tipo de imagen que, siendo significativa, tenga también un marcado poder visual. En este sentido, los símbolos geométricos o algún yantra podría servir, perfectamente, para practicar Tratak.
Los objetivos principales de esta técnica de meditación son tres: estimular la visión, unificar nuestra energía mental y desarrollar nuestras capacidad de concentración. El desarrollo de esta capacidad de concentración, llevado a su máximo extremo, puede conducirnos al que sería el objetivo final de toda técnica de meditación: la llegada al estado meditativo.
Beneficios del Tratak
Son muchos los beneficios de la meditación visual. Entre ellos podemos destacar los siguientes:
- Incremento de la capacidad de concentración.
- Disminución del movimiento mental, calmando la mente.
- Incremento de la capacidad de focalizar nuestra energía mental en la dirección que nos interese, ahorrando así tiempo y energía en la realización de todo tipo de actividades.
- Fortalecimiento de nervios y músculos oculares.
- Disolución de la tensión nerviosa.
- Incremento de la salud ocular. Según algunos yoguis, la práctica del Tratak puede mejorar e, incluso, curar algunos casos de vista cansada, así como algunos casos de miopía. No en vano, cuando practicamos esta modalidad de meditación estamos ejercitando los músculos oculares, pues los estamos relajando y contrayendo de una forma controlada.
- Mejora de la memoria.
- Alivio del insomnio.
Como ves, son muchos los beneficios de esta práctica meditativa para la salud física y mental. Eso sí, hay dos tipos de personas para las que el Tratak está contraindicado: contra aquéllas que padezcan algún tipo de infección ocular y para las que sufran algún tipo de problema psíquico.
¿Cómo practicar la meditación visual?
Vistos los beneficios de este tipo de ejercicio de meditación, vamos a ver qué debemos hacer para practicar el Tratak correctamente y, así, obtener de él sus máximos beneficios.
Para practicar Tratak, lo mejor es buscar una habitación en la que no existan corrientes de aire y esté completamente a oscuras y hacerlo o bien muy temprano, al empezar la mañana, o bien por la noche, poco antes de irnos a la cama.
Una vez estemos instalados en la habitación y estemos a oscuras, nos sentaremos con las piernas cruzadas y, a ser posible, sobre un cojín o zafu. La función que cumple en zafu es permitirnos adoptar una postura equilibrada y estable, pues nos permite bascular la pelvis hacia delante y apoyar las rodillas en el suelo.
Una vez colocados así, encenderemos una vela y la colocaremos a la misma altura de nuestros ojos y a un metro aproximado de distancia. Para que el ejercicio sea efectivo es necesario que la mecha de la vela esté completamente derecha.
Encendida la vela, utilizaremos 5 minutos de nuestro tiempo en la realización de respiraciones profundas mientras enfocamos nuestra atención en la realización de dichas respiraciones.
Una vez hayan transcurrido esos cinco minutos, notaremos cómo la mente ha empezado, de alguna manera, a calmarse. Será llegado este momento cuando concentraremos nuestra mirada en la llama de la vela. Al hacerlo, intentaremos no forzar la vista en exceso y procuraremos parpadear lo menos posible.
Tras unos minutos de contemplación atenta de la llama, cerraremos los ojos e intentaremos visualizar la llama entre nuestras cejas. Al empezar la práctica, bastará con que dediquemos a esta meditación unos diez minutos. Conforme vayamos adquiriendo el hábito de realizarla podremos incrementar ese tiempo para, así, obtener mayores beneficios de su realización.
¿Te animas a practicar la meditación visual? Como ves, es fácil de realizar, y son muchos los b beneficios que puedes obtener de ella.