
Si a una persona se le pregunta por un apellido que le haga pensar en la historia de la India, es muy probable que el apellido que acuda a los labios de esa persona sea el de Gandhi. No en vano, la trascendencia histórica del Mahatma Gandhi traspasa los meros límites de un país (por grande que sea ese país, como es el caso de la India) y se convierte en patrimonio de la humanidad. Su teorización y puesta en práctica de la desobediencia civil no violenta convirtieron a Gandhi en un revolucionario y activista muy sui géneris, una rara avis que ha inspirado en todo el mundo y a lo largo de estas últimas décadas un sinfín de movimientos no siempre absolutamente miméticos, no siempre triunfantes.
Gandhi es y será, hoy y siempre, una referencia ineludible cuando se habla o se hable de la India y de su proceso de independencia. Gracias en gran parte a Gandhi y a su política de desobediencia civil, la India pudo independizarse del Reino Unido. Eso, lógicamente, y su muerte traumática (no hay que olvidar que el Mahatma fue asesinado por un integrista hinduista en 1948), convierten a Gandhi en un personaje totémico en el país asiático protagonista de esta web. Y un personaje totémico como Gandhi debe tener casi siempre el lugar en que rendir homenaje a su memoria. En el caso del Mahatma, ese lugar es el Museo Nacional de Gandhi.