La India es uno y muchos países al mismo tiempo. Quizás en ningún otro país del mundo conviven tantas lenguas y tantas religiones como lo hacen en la India. La India es la tierra santa del hinduismo, del budismo, del yainismo y del sijismo, y lugar en que zoroastrianos, bahais, animistas y otras múltiples organizaciones místicas, espirituales y esotéricas encuentran un hábitat fantástico en el que convivir junto a otras creencias. En total, hay quien habla de la existencia de cientos de religiones o creencias religiosas en la India. Tal riqueza, lógicamente, debía encontrar su plasmación en el mundo del arte en general y en el de la arquitectura en particular.
Toda religión, históricamente, ha buscado poseer un espacio físico en el que el creyente pudiera entrar en contacto con su dios o realizar su alabanza a la divinidad. En un país milenario como es la India, esa búsqueda ha dejado a lo largo de la Historia un sinfín de templos que han acabado por convertirse en uno de los bienes turísticos más preciados del país.
Los templos de la India son, por sí solos, un motivo más que suficiente para visitar este maravilloso país del sur de Asia. De hecho, podría realizarse una guía turística casi inacabable sólo recogiendo en ella tantos y tantos templos como se extienden por toda la geografía de la India. Del más famoso de todos, el icónico Taj Mahal, al templo de Karni Mata (en el que las ratas campan a sus anchas debido a su carácter sagrado), del templo de Kharujaho (especie de Kama Sutra de piedra) al de Harmandir Sahib (templo de oro de los sijs), del templo bahai del Lotus (edificado en 1986 y ganador de varios premios de arquitectura) al templo de Meenaksi Amman (que se halla en Madurai y tiene más de 30.000 esculturas), los amantes de la arquitectura en particular y de la cultura en general pueden encontrar en la India un amplio abanico de templos para visitar.
La visita a los templos de la India permitirá al viajero conocer algo más la espiritualidad del pueblo que los ha creado. El turista que visite los templos indios podrá comprobar cómo las diferentes religiones de la India han estado históricamente ligadas a la escultura. La escultura es imprescindible y parte fundamental en los templos de la India. En piedra, arcilla, metal o madera, hindúes, jainistas y budistas han dejado en sus templos incontables muestras de la imagen que sus religiones tenían y tienen de sus respectivas divinidades. Gracias a ello, el turista que visita la India puede disfrutar de una iconografía compleja, rica y variada que convierte cada templo en un espectáculo visual único e inolvidable.
Los templos de la India son, fundamentalmente, santuarios destinados a acoger la imagen del dios a quien esté dedicado el templo. La imagen del dios o pratima se encuentra siempre ubicada en el espacio que se conoce como garbhagriha o cámara matriz. Es a esta imagen ubicada en la garbhagriha a la que adoran los fieles. Dicha adoración, sin embargo, no se realiza en el interior de la garbhagriha, que es, en el templo indio, el lugar en que vive el dios. El devoto de ese dios sólo puede ver el interior de ese recinto desde el umbral y durante unas horas determinadas. La visión del dios es un acto de comunión con la divinidad y recibe el nombre de darshana.
Los templos de la India tienen esa forma escalonada tan reconocible y diferenciada respecto a la forma de los templos propios de otras culturas por un motivo fundamentalmente religioso: el de intentar representar la montaña en la que los dioses tienen su palacio celestial. Así, las terrazas escalonadas de los santuarios de la India pretenden sugerir lo que es un terreno montañoso y los dioses se ubican en ellas dependiendo de su importancia, su jerarquía y del mensaje que se quiera transmitir al devoto que visita el templo. La escultura, así, tiene en el templo de la India una función doctrinal que va más allá de la pura intencionalidad ornamental. La escultura se convierte en lección religiosa y el destinatario de la misma es el creyente que visita el templo.
El templo de la India adquiere el significado y el simbolismo que le conceden sus esculturas y su forma de estar ubicadas en él. Por eso el creyente debe visitar el templo de una determinada y particular manera. Sólo así podrá extraer de la visita al templo todas las enseñanzas necesarias para practicar correctamente su religión. Esa forma característica y preceptiva de visitar el templo indio consta de dos fases claramente diferenciadas. La primera transcurre en el exterior del templo. Durante ella, el devoto debe rodear el edificio. Una vez realizada esa vuelta alrededor del templo o pradakshina se inicia la segunda fase, que se desarrolla en el interior y que consiste en la visita propiamente dicha al templo. Esa visita finalizará sólo cuando se haya producido la mencionada darshana o visión de la imagen del dios principal del templo (es decir: cuando el creyente haya podido realizar su acto de comunión con su dios).
El visitante de los templos de la India puede seguir ese mismo ritual para conocer mejor estas maravillas que, desperdigadas por toda la geografía del país, se convierten en lugar de visita obligada para todos los amantes de la cultura y la historia de las religiones. Para ellos, sin duda, la India será siempre una fuente inagotable de placer.